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Las adicciones y las emociones

“El placer es como ciertas substancias medicinales: para obtener constantemente los mismos efectos, es menester doblar las dosis, de las cuales la última lleva consigo la muerte o el embrutecimiento.” Honoré de Balzac

Se habla mucho de las sustancias adictivas y hay un sinfín de campañas de prevención, diagnóstico e intervención contra la farmacodependencia. Es notorio el daño que causan dichas sustancias a la salud física y mental del adicto y su familia, y porque es más fácil atacar el síntoma que la enfermedad.

Detrás de un conducta adictiva (y resalto la palabra conducta) hay una emoción no resuelta, un proceso de duelo no elaborado, algo que no fluye, y que tratamos de adormecer mediante la conducta (llámese: farmacodependencia, comida, sexo, trabajo, ejercicio, tecnología, o codependencia) y creemos que si lo dejamos de hacer, se cortará el mal de raíz. 

Nada más equivocado. Si dejo de ser fumador, pero no trabajo mis angustias y ansiedad, quizás me haga adicto a la comida, o al trabajo, o al sexo, lo que sea que me aturda más, en lugar de enfrentar mis demonios en mis cinco sentidos y resolver mi pasado.

Esa es la propuesta: previene, diagnostica y trata las conductas adictivas haciéndote cargo de tus emociones: acéptalas y vívelas, pero déjalas ir y no permitas que te determinen. No te causes más daño, del que ya te has causado. 

Dalthon Rangel, Psicólogo Fundasida

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