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Ojos Cerrados

David Alvarado. Psicólogo, Presidente de FMLCS

Uno de los ejes rectores en el trabajo en VIH es la aplicación de la consejería para quienes desean someterse a un examen y averiguar si viven o no con esta infección. Ésta no es sólo una herramienta informativa, va más allá dado que es un soporte emocional muy recomendado para quienes han tenido un resultado positivo: enfrentar el miedo, la incertidumbre, la rabia y comenzar el proceso de aceptación de esta nueva condición de vida será menos arduo con el acompañamiento que un consejero puede dar.

La importancia de escuchar diferentes voces obedece a la empatía, a conocer un poco lo que las personas viven en su día a día. Los siguientes párrafos pertenecen al testimonio de Lupita, cuyo nombre fue cambiado para proteger su identidad, pero rescatamos sus palabras…

Esa mañana de septiembre había amanecido más oscura o quizá eran mis nervios, ese día iría a tomarme mi muestra para saber si tenía el VIH, mi esposo seguía en cama y no sabían qué era, la enfermera me dijo que fuera a una organización a que me hicieran mi prueba porque en el hospital se iban a tardar mucho y según sus palabras, entre más rápido mejor.

Desayuné bien pues había que atravesar mi municipio y dos delegaciones para poder llegar, al fin que me dicen que no es necesario ir en ayunas; a pesar que Ramiro seguía en el hospital me sentía con ganas de ya salir de la duda, mi hijo estaba en su escuela, al fin que me habían dicho que era una prueba rápida. En el camino iba pensando qué tan serio era lo de Ramiro, no, no era sobre que anduviera por ahí de “loco” pues desde que lo conocí era bien fiestero y tomador, nunca fue agresivo pero sí era muy coqueto, ¡ay!, espero mi hijo no me salga igual…,pensaba en qué tenía mi Ramiro, esa tos que no se le quitaba y que empezó a bajar de peso, si siempre fue delgado, ahora cómo iría a quedar? 

La enfermera de dijo que conocía a esa fundación, que ahí me iban a ayudar porque los doctores que ven a mi Ramiro no me dicen y yo sigo con las dudas… ya que me bajo del metro y caminé, ¡qué bonitas casas! muchos árboles, yo decía: “cuando mi José Luis crezca y tenga mucho dinero que nos compre una casa así de grandota a su papá y a mí”. Llegando a la fundación fue que sentí muchos nervios, me recibieron y me tomaron mi muestra, y me explicaron, el consejero que me atendió me hizo varias preguntas, pensé: “tienes que ser sincera para que te puedan ayudar”.

Me di cuenta que había estado en riesgo porque jamás me protegí con Ramiro, que a pesar que supe que me engañaba nunca lo confronté, me di cuenta que mis sospechas que salía con otros hombres era cierta, que a pesar de quererme mucho sí era posible que tuviera sexo con hombres, que sus amigos de borrachera no eran sólo para la parranda sino que había algo más, me di cuenta que tenía los ojos cerrados ante lo que tenía enfrente. Fue el consejero quien me abrió los ojos ante las cosas que no quería ver; que mi Ramiro no habíat tenidocuidado y que quizá yo tuviera el virus.

Cuando vi mi resultado fue como caer de un puente: mi hijo, Ramiro, mi familia, mi trabajo, verme enferma, igual se equivocaron, mi enojo hacia Ramiro, tristeza, soledad, angustia… Me tomaron una segunda prueba, el resultado fue el mismo. El consejero me explicó que ambas pruebas daban reactivo y por los antecedentes de Ramiro era un hecho que yo también tuviera el VIH. Pensé en mi hijo, que ha sido siempre muy sanito, también lo tendría? y ahora, qué hago: le grito a mi esposo por lo que me hizo o me grito a mí misma por no haber hecho algo? ¿lo culpo a él por no haberme dicho la verdad o a mí misma por no haber creído lo que vi?

Hoy se cumplen tres meses de que me dieron mi diagnóstico: empecé a ir a un grupo de autoayuda para mujeres y también con mi psicólogo, mi médico me dice que ya es hora de empezar a tomar mi tratamiento y quiero estar fuerte para dar ese paso; Ramiro está de vuelta en su trabajo y estoy aprendiendo a perdonarme muchas cosas, aún no hemos hablado de que si seguimos o no. De mi familia y amigos algunos se enojaron conmigo: no me han buscado para saber cómo me siento. Mi psicólogo me dice que vaya paso a paso, a veces me siento triste y otras con muchas preguntas, pero me ha ayudado mucho, estoy aprendiendo cosas nuevas y aún hay otras por resolver, pero de eso ya habrá tiempo. Esta navidad será diferente por muchas cosas. Por cierto: mi hijo, José Luis no tiene la infección”.


Lupita -como muchas personas que viven con VIH- se ha enfrentado con la tarea de preguntarse a sí misma muchas cosas; la experiencia de trabajo de más de 30 años nos ha enseñado que la intervención que ejecute el consejero será de gran impacto en la vida de la persona que recién recibe su diagnóstico. Despejar dudas, eliminar mitos, tener certeza en la información, ofrecer soporte emocional y tener un acompañamiento son las mejores opciones a las que le podemos apostar ante la incertidumbre de hacernos una prueba de detección de VIH.

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